Grecia

Santorini: un sueño en blanco y azul

septiembre 17, 2016

Quién no ha suspirado al ver imágenes de Santorini, con sus casas blancas, sus molinos y sus famosas cúpulas azules. Desde hace muchos años era uno de mis sueños, conocer la isla que presume ser la más bella del mundo y dicen por ahí que “no hay fecha que no se cumpla…” y se llegó la mía en Santorini.

Santorini o Thira (su nombre en griego) es un conjunto de pequeñas islas de origen volcánico, que a su vez forman parte del archipiélago de las islas Cícladas en el mar Egeo. Las Cícladas son unas 220 islas y entre las más famosas están Mykonos, Santorini, Rodas, Delos, Milo, por mencionar solo algunas. Así que como podrás imaginar, cuando viajas a las islas griegas, tienes que ser muy selectivo con lo que vas a ver.

En un principio pensamos en Mykonos y Santorini, aunque también tenía muchas ganas de ver la iglesia de Agios Ioannis Kastri en Skopelos, donde se grabó la boda de Mamma Mia! Pero con lo retirado que está Santorini, hubiera necesitado varios días para ir a esas tres. Al final, como nos dijeron que Mykonos era la isla para ir de fiesta -tipo Ibiza-, la descartamos de inmediato y la decisión fue fácil: nos vamos solo a Thira.

El caos del transporte
Santorini está retirado de Atenas, puedes volar pero los horarios no son los mejores, así que decidimos tomar el ferry. De ida viajamos con la compañía Blue Star Ferries en un barco que salió a las siete de la mañana. Hicimos poco más de siete horas de camino porque va más lento y hace varias paradas en diferentes islas.

En el regreso tomamos el ferry de alta velocidad Helenic Seaways, que es más rápido, en poco más de 4 horas estás en Atenas. Pero tuvimos una experiencia muy desagradable con esa empresa que me pareció muy poco profesional.

El mar estaba muy bravo ese día, con oleaje alto y en un punto el barco saltó y dio un golpe muy fuerte, que hasta empezó a sonar la alarma. Todos nos asustamos, una señora empezó a gritar y a sacar los chalecos salvavidas y a ponérselos a su familia. Poco tiempo después apagaron la alarma, pero empezamos a ver que el personal iba y venía y se juntaban en grupo a hablar, pero nadie nos informaba qué había pasado.

Me levanté y fui a preguntar qué pasaba y en pocas palabras y con malas caras me respondieron solamente “nothing…this is normal“. Por si fuera poca la falta de atención, como una hora después, fueron algunos del personal con la señora a llamarle la atención porque había sacado los chalecos. La regañaron en griego y siguieron sin informar nada. Sólo veíamos a una chica que pasaba de un lado a otro con herramientas.

Fuera del susto, los barcos están muy bien, pero te aconsejo que compres los boletos en primera clase, ya que tienes más comodidad y no va tan llena y la diferencia en precio es mínima, como entre 10-15 euros. No te incluye comida ni bebidas, pero sí vas más cómodo.

Mesas en la primera clase de Blue Star Ferries. Foto © Silvia Lucero
Mesas en la primera clase de Blue Star Ferries. Foto © Silvia Lucero


La llegada a Santorini
Los pueblos de Santorini están ubicados en la cima de la isla, hay que tomar transporte para subir. Los taxis cobran bastante caro, pero hay decenas de autobuses que –aún no me explico cómo-, pese a la desorganización, al final logran acomodar a todos los turistas en los autobuses.

Ese era el antiguo puerto, donde los turistas también tienen la opción de subir en burro ¡pobres burros!. Ahora llegas a un nuevo puerto más amplio y donde solo subes o en autobús o auto. Foto © Silvia Lucero
Ese era el antiguo puerto, donde los turistas también tienen la opción de subir en burro ¡pobres burros!. Ahora llegas a un nuevo puerto más amplio y donde solo subes o en autobús o auto. Foto © Silvia Lucero

Santorini debe su nombre –en italiano- a Santa Irene de Tesalónica, pero su nombre griego es Thira, así que si viajas a Grecia, que no te extrañe que te pregunten algo sobre Thira, es lo mismo. Este hermoso lugar está conformado por unos veinte pueblitos, siendo Fira -su capital- y Oia tal vez los dos más famosos. Y esos dos fueron los pueblos donde nos quedamos.

Santorini. Foto © Patrick Mreyen
Santorini. Foto © Patrick Mreyen

Primer día en Fira e Imerovigli
Al ser la capital, Fira es más turístico, pero no por eso dejar de ser bonito. Las pequeñas callecitas empedradas llenas de tiendas y tabernas, son muy pintorescas, aunque llenas de gente.

En busca de nuestro hotel en Fira. Foto © Silvia Lucero
En busca de nuestro hotel en Fira. Foto © Silvia Lucero
Callejones de Fira. Foto © Patrick Mreyen
Callejones de Fira. Foto © Patrick Mreyen

Ahí nos hospedamos en un hotel maravilloso llamado Andronis Honeymoon Suites que era un sueño. A pesar de estar cerca de la zona turística, había una gran tranquilidad y tenía unas vistas increíbles de los acantilados. Pero prefiero contar la experiencia de los hoteles en otros artículos, porque fueron realmente asombrosos.

Vista desde nuestra terraza privada en el Andronis Honeymoon Suites. Foto © Patrick Mreyen
Vista desde nuestra terraza privada en el Andronis Honeymoon Suites. Foto © Patrick Mreyen

Como hacía un calor terrible para hacer el famoso camino de Fira a Oia a pie, en el hotel nos aconsejaron que en la tarde mejor camináramos hasta el pueblito de Imerovigli para ver el atardecer y fue el mejor consejo que pudieron darnos.

Caminando entre pueblos, con vistas maravillosas. Foto © Patrick Mreyen
Caminando entre pueblos, con vistas maravillosas. Foto © Patrick Mreyen

El camino entre pueblos es precioso porque vas por los callejones viendo las casas, y hasta esquivando los famosos burros. Ni hablar de la gran tentación de entrar a cada tienda y eso que aún no habíamos visto las de Oia.

Camino a Imerovigli. Foto © Patrick Mreyen
Camino a Imerovigli. Foto © Patrick Mreyen

Lo que me encantó de la isla es que es tal como la ves en las postales, con las escaleras grises que bajan hacia todas esas construcciones blancas. Y desde una terraza, con una copa de vino blanco griego, vimos la famosa caldera y el atardecer. Fue una tarde perfecta.

Atardecer en Imerovigli, acompañado de un vino blanco local. Foto © Patrick Mreyen
Atardecer en Imerovigli, acompañado de un vino blanco local. Foto © Patrick Mreyen
Imerovigli de noche. Foto © Patrick Mreyen
Imerovigli de noche. Foto © Patrick Mreyen
Imerovigli. Foto © Patrick Mreyen
Imerovigli. Foto © Patrick Mreyen

Curiosamente en nuestro camino, vimos una boda, yo me emocioné con la música griega que seguía a los novios y –como soy muy curiosa, por no decir chismosa ;-)-, empecé a hablar con una de las invitadas que resultó ser mexicana, no solo ella, también los novios.

Boda griega de mexicanos en Santorini. Foto © Silvia Lucero
Boda griega de mexicanos en Santorini. Foto © Silvia Lucero


Segundo día al paraíso: Oia
Al día siguiente partimos hacia Oia que está como a 20 minutos de Fira. Oia es el pueblo más exclusivo de Santorini, desde que llegas puedes darte cuenta por sus calles de mármol y boutiques mucho más costosas que en los otros pueblos. Aunque también es un pueblo muy turístico, es mucho más tranquilo que Fira.

Las calles de mármol de Oia. Foto © Patrick Mreyen
Las calles de mármol de Oia. Foto © Patrick Mreyen

A Oia llegan muchos viajeros solo durante el día, porque ahí están las iglesias ortodoxas con las cúpulas azules, los molinos de viento y ahí se encuentra el punto más popular para ver el atardecer.

Oia es precioso con sus iglesias con cúpulas azules. Foto © Patrick Mreyen
Oia es precioso con sus iglesias con cúpulas azules. Foto © Patrick Mreyen
En Oia, tomando la típica foto de las postales. Foto © Silvia Lucero
En Oia, tomando la típica foto de las postales. Foto © Silvia Lucero
Oia, Santorini. Foto © Silvia Lucero
Oia, Santorini. Foto © Silvia Lucero

En Oia nos quedamos en otro hotel espectacular, el Secret Santorini Suites & Spa, también con vistas hermosas de la caldera y una piscina infinity de revista. Y aunque al igual que en Fira me hubiera gustado tener más días para echarme en la terraza a disfrutar de las vistas espectaculares, teníamos que salir a descubrir todos esos rincones mágicos que tiene ese lugar tan maravilloso.

En la piscina de nuestro hotel en Oia, el Secret Santorini Suites & Spa. Foto © La Trotamundos
En la piscina de nuestro hotel en Oia, el Secret Santorini Suites & Spa. Foto © La Trotamundos

Recorrimos todo el pueblo a pie, subiendo y bajando escalones para tomar las típicas fotos de la isla. No hace falta tener un mapa, ya que verás a los turistas yendo y viniendo de los puntos con las mejores vistas. Como dato curioso, me llamó la atención que en los techos ponen señales de que es peligroso subirse o que es propiedad privada, porque desde ellos obviamente se obtienen a veces las mejores vistas.

Catedral ortodoxa de Oia. En esa plaza se grabó una de las escenas de la película Mamma Mia! Foto © Silvia Lucero
Catedral ortodoxa de Oia. En esa plaza supuestamente se grabó una de las escenas de la película Mamma Mia! Foto © Silvia Lucero
También encuentras algunas casas pintadas en colores pastel. Foto © Silvia Lucero
También encuentras algunas casas pintadas en colores pastel. Foto © Silvia Lucero
Iglesia en el camino de Fira a Imerovigli. Foto © Patrick Mreyen
Iglesia en el camino de Fira a Imerovigli. Foto © Patrick Mreyen
Turista tomándose fotos. Foto © Patrick Mreyen
Turista posando para sus fotos en uno de los techos. Foto © Patrick Mreyen

Al final del camino se llega a las ruinas del Castillo Bizantino, uno de los puntos más famosos de todo Santorini para ver la puesta de sol, desde ahí también obtienes la foto más bonita de los molinos de viento.

Molinos de viento en Oia. Para verlos tienes que caminar hasta el final del pueblo. Foto © Silvia Lucero
Molinos de viento en Oia. Para verlos tienes que caminar hasta el final del pueblo. Foto © Silvia Lucero

Pero en Oia no solo hay que caminar la calle principal, hay que pederse en sus callejones porque cada uno tiene una agradable sorpresa para deleite del viajero.

Esta calle era tan bonita, ahí habían varios restaurantes, incluyendo el Karma, donde cenamos. Foto © Patrick Mreyen
Esta calle era tan bonita, ahí habían varios restaurantes, incluyendo el Karma, donde cenamos. Foto © Patrick Mreyen

Cena romántica
Aunque obviamente todos los lugares son súper turísticos, es difícil comer mal en Grecia, simplemente las ensaladas son deliciosas. De los lugares a los que fuimos puedo destacar uno, el restaurante Karma, un lugar algo escondido en un callejón súper lindo.

Restaurante Karma en Oia. Foto © Patrick Mreyen
Restaurante Karma en Oia. Foto © Patrick Mreyen

Por lo que vimos es un lugar muy concurrido tanto por los viajeros como por los locales, así que se recomienda hacer reservación. La comida es deliciosa y el lugar es muy bonito, sobre todo si te sientas en las mesas del patio, que es muy acogedor.

Cena deliciosa en Oia. Foto © Patrick Mreyen
Cena deliciosa en Oia. Foto © Patrick Mreyen

Ahí en Oia caí en cuenta que es verdad lo que dicen, que Santorini es de los lugares más bellos del mundo. Ojalá pueda volver a Grecia pronto, me quedé con ganas de más y con deseos locos de disfrutar sus playas y sobre todo conocer otras de sus islas.

Imerovigli en Santorini. Foto © Patrick Mreyen
Imerovigli en Santorini. Foto © Patrick Mreyen

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