Bosnia Herzegovina

Mostar, una ciudad hermosa con terribles cicatrices de la guerra

octubre 24, 2016

Mostar es una de las ciudades que más sufrió en la Guerra de Bosnia. Una ciudad de contrastes tan grandes, que en un momento puedes estar fascinado admirando su famoso puente y en unos minutos estar aterrado viendo los agujeros tapados en los muros de las casas o edificios casi destruidos que muestran aún las heridas de la guerra. Ahí iniciamos nuestro recorrido por uno de los países que más me ha impactado: Bosnia-Herzegovina.

Llegamos en la tarde a Mostar, tras un viaje de unas 5 horas en un autobús que salió de Kotor. Lo primero que hicimos fue ir al casco antiguo para ver el puente, cenar algo tradicional e investigar cómo iríamos al día siguiente a Medurgorje, ya que era fin de semana y habían muy pocas opciones.

Desde que cruzamos el primer puente, yo ya estaba enamorada de la ciudad. Caminamos un poco por sus calles empedradas y finalmente nos sentamos a cenar en el restaurante National Cevabdzinica Tima-Irma donde probamos dos especialidades riquísimas, el Cevapcici y el Pljeskavica.

Puente Kriva Cuprija. Foto © Patrick Mreyen

Puente Kriva Cuprija. Foto © Patrick Mreyen

Terraza del restaurante . Foto © Patrick Mreyen

Terraza del restaurante National Cevabdzinica Tima-Irma. Foto © Patrick Mreyen

Probando los dos platos tradicionales Cevapcici y el Pljeskavica. Foto © Silvia Lucero

Probando los dos platos tradicionales Cevapcici y el Pljeskavica. Foto © Silvia Lucero

El segundo día dedicamos toda la mañana a recorrer Mostar, que en realidad es pequeña y todo se concentra en el barrio del Puente Viejo, el cual es patrimonio de la UNESCO.

Mostar con su famoso puente al fondo. Foto © Silvia Lucero

Mostar con su famoso puente al fondo. Foto © Silvia Lucero

En nuestro camino nos quedamos impactados con todos los edificios que aún tenían los hoyos marcados de las balas, algunos; otros de plano estaban en ruinas.

Edificio lleno de hoyos de las balas. Así encontramos muchos. Foto © Silvia Lucero

Edificio lleno de hoyos de las balas. Así encontramos muchos. Foto © Silvia Lucero

También vimos muchos edificios en ruinas, producto de la terrible guerra. Foto © Silvia Lucero

También vimos muchos edificios en ruinas, producto de la terrible guerra. Foto © Silvia Lucero

Mostar está en el valle del río Neretva, rodeada de montañas y en la cima de una de ellas hay una cruz (católica) enorme que me llamó la atención, sobre todo al ser una ciudad con mayoría musulmana. Destacan las torres de las mezquitas, conocidas como minaretes y las de las iglesias católicas, en especial una que tenía una torre que era más alta que el resto. A ese punto de nuestro viaje, ya nos habíamos acostumbrado a ver esa coexistencia con distintas religiones. Así que en ese momento no prestamos tanta atención.

Barrio del Puente Antiguo. Foto © Silvia Lucero

Barrio del Puente Antiguo. Foto © Silvia Lucero

Primero entramos a la mezquita Karadjoz-Bey, por lo general no está permitido ingresar a las mezquitas si no eres musulmán, pero en Mostar era posible hacerlo en algunas, ésta fue una de ellas. Es de las más famosas, construida en 1557 y tiene uno de los minaretes más altos.

Mezquita Karadjoz-Bey. Foto © Patrick Mreyen

Mezquita Karadjoz-Bey. Foto © Patrick Mreyen

De ahí continuamos caminando por las calles empedradas del barrio del Puente Viejo, recorriendo a su vez el bazar Kujundziluk, el lugar perfecto para comprar souvernirs. La ciudad tiene gran influencia del imperio Otomano, así que cuando fue reconstruida la parte antigua, intentaron darle su aspecto original. Ahí encuentras mezquitas, casas turcas y obviamente ese bazar.

Camino al bazar. Foto © Patrick Mreyen

Camino al bazar. Foto © Patrick Mreyen

Es muy difícil resistirse a la tentación de entrar a cada tienda del bazar. Foto © Silvia Lucero

Es muy difícil resistirse a la tentación de entrar a cada tienda del bazar. Foto © Silvia Lucero

De noche también es muy bonito. Foto © Silvia Lucero

De noche también es muy bonito. Foto © Silvia Lucero

Ahí en el corazón del bazar, se encuentra la mezquita Koskin-Mehmed Pasha, que en la entrada presume de tener la mejor vista hacia el puente Stari Most. Como todas las mezquitas, tiene su fuente para el lavado de pies antes de ingresar a ella y curiosamente tienen cerrada la parte de la terraza donde se ve el puente, porque obviamente cobran por ver. No necesitas pagar, no es la mejor vista.

Mezquita Koskin-Mehmed Pasha. Foto © Silvia Lucero

Mezquita Koskin-Mehmed Pasha. Foto © Silvia Lucero

Seguimos nuestro camino rumbo al ícono de la ciudad que es sin duda el puente Stari Most. En realidad es una reconstrucción del puente viejo, como muchas cosas que vimos, ya que todo fue destruido durante la guerra. Este puente es importante porque es considerado un símbolo de integración cultural, religiosa y étnica.

Puente Stari Most. Foto © Patrick Mreyen

Puente Stari Most. Foto © Patrick Mreyen

Cruzar el puente no es tan fácil, ya que lo hicieron con mármol y es tan resbaladizo que tuvieron que llenarlo de bordes para que la gente no se caiga. Ahí vas a ver a los clavadistas, que en mi experiencia solo tuvieron a los turistas viendo y esperando y nunca se lanzaron al agua.

Cruzando de noche el resbaladizo puente Stari Most. Foto © Patrick Mreyen

Cruzando de noche el resbaladizo puente Stari Most. Foto © Patrick Mreyen

¿Dónde obtienes las mejores vistas del puente? En mi opinión desde abajo del puente y desde el puente Bunur (si mal no recuerdo ese era el nombre del puente). Por cierto abajo del puente, junto al río se arma un botellón enorme. Como nos tocó estar en fin de semana, vimos que es el punto de reunión de todos los veinteañeros que van ahí con sus botellas y cervezas. En general la ciudad tiene mucha vida.

Selfie con vista al puente desde el corazón del bazar. Foto © Silvia Lucero

Selfie con vista al puente desde el corazón del bazar. Foto © Silvia Lucero

Abajo del puente es el punto de reunión de los jóvenes. Foto © Silvia Lucero

Abajo del puente es el punto de reunión de los jóvenes. Foto © Silvia Lucero

Pero antes de ver el Stari Most, el puente Kriva Cuprija fue el primer puente que vi en Mostar y me gustó mucho porque es más romántico y aunque está al lado de un restaurante muy famoso y un bar muy concurrido, puedes tomar fotos del puente sin gente. Este puente también fue reconstruido en el proyecto de la UNESCO financiado por Luxemburgo.

Puente Kriva .Foto © Silvia Lucero

Puente Kriva Cuprija.Foto © Silvia Lucero

La segunda noche cenamos en el restaurante Hindin Han, también delicioso (aunque no tanto como el primero) y muy bonito. Como soy medio obsesiva una vez que me gusta un plato, pedí lo mismo, el plato típico bosnio Cevapcici, con un delicioso vino tinto local.

Restaurante Huni .Foto © Patrick Mreyen

Restaurante Hindin Han. Foto © Patrick Mreyen


Historias de guerra
En el viaje conocimos a una pareja muy simpática que viajaba con su hijita de unos 3 años. Él era bosnio y la esposa estadounidense. Él peleó en la Guerra de Bosnia y nos contó historias terribles.

Aunque ésta fue una guerra de nuestra época, la de Bosnia y todo el conflicto en la zona de la ex Yugoslavia, lamentablemente no le prestamos la atención que debía. Fíjate como hasta la fecha encontramos miles de películas y libros sobre la Segunda Guerra Mundial, pero no tanto sobre otras guerras, como ésa por ejemplo. Pensé en Siria…

Yo no recordaba muchas cosas que seguramente en esa época habremos visto en las noticias, leído en los diarios y aprendido en la universidad. Pero escuchar las historias de guerra directamente en boca de sobrevivientes, fue una experiencia muy fuerte. Nos contó cómo los serbios llegaron y cercaron la ciudad de Mostar (como hicieron en otras ciudades) y cómo les dijeron a principio que se trataban de ejercicios militares.

Nos recordó cómo habían llegado los soldados serbiobosnios a Srebrenica a hacer limpieza étnica. En dos días asesinaron a 8 mil personas, lo que se conoce como la Masacre de Srebrenica. Todo sucedió en una “zona segura” donde estaban los Cascos Azules holandeses de la ONU, quienes no hicieron nada por impedirlo. Y el mundo tampoco prestaba atención.

En la mañana mientras desayunábamos todos juntos, nos contó que durante la guerra duró mucho tiempo sin comer. También explicó que ciudades como Mostar, Sarajevo y Srebrenica, como están cercadas naturalmente por las montañas, eso facilitó que los acorralaran. Pero que a su vez ese había sido un error de guerra, porque al no dejar ruta de escape, una vez que estás cercado no queda de otra más que luchar hasta morir.

Y nos explicó que la cruz en la cima de la montaña, la habían impuesto los serbiobosnios como símbolo de dominio, aún cuando antes de la guerra todos convivían sin importar la religión. Lo mismo con la torre tan alta de la iglesia católica.

Finalmente la esposa nos recomendó que visitáramos un museo en Sarajevo, para aprender más sobre la historia de la guerra y para escuchar testimonios en unos documentales impactantes. Pero eso lo dejo para el artículo sobre Sarajevo.

En los viajes usualmente conocemos personas de distintas nacionalidades, con algunos hemos entablado amistad. Me encantó conocer a esta familia, que nos compartieran el pasado de él, el presente con la familia que han formado y el futuro que quieren para que su niña se empape de su cultura y la historia del país de su padre.

En fin, eso es lo más bello de los viajes, el permitir que la gente que conoces, vaya dejando huella en tu vida.

Y lo más importante…

Mostar. Foto © Silvia Lucero

No hay que olvidar lo que pasó en Bosnia-Herzegovina. Foto © Silvia Lucero

 

*Si te gustaría que te organizara un viaje 100% personalizado a Montenegro y a otros países de los Balcanes, contáctame en silvia.lucero@tripdreaming.com.

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    Quiero viajar a europa, es mi primer viaje, tengo casi 58 años, gozo de muy buena salud. Tendría q ser un viaje digamos un tanto económico. Lisboa, granada(la alambra), roma, venecia y paris. Para empezar. … en otra oportunidad conoceré otros lugares. Gracias!