México

Valladolid: un ‘pueblo mágico’ para disfrutar tranquilamente 

octubre 2, 2017

Valladolid es un lugar encantador denominado ‘Pueblo Mágico’ que se encuentra en Yucatán, México. Un lugar en el que muchos viajeros suelen detenerse solo para comer en su trayecto de la Riviera Maya hacia zonas arqueológicas como Chichén Itzá o a la ciudad Mérida. Sin embargo más que un pueblito colorido con gastronomía suculenta, es un lugar realmente hermoso, de esos que entre más horas le dediques, te va revelando su magia poco a poco.

Me cuento entre esos viajeros que ven Valladolid como un paraíso gastronómico. Y como me encanta cómo preparan la cochinita pibil ahí, nunca pasaba de tener una buena –y pesadísima- comida en alguno de sus restaurantes y de ahí continuaba siempre mi camino, sin dedicarle más tiempo a esta pequeña ciudad de menos de cincuenta mil habitantes.

Pero en el último viaje a Mérida, en el regreso a Playa -como de costumbre- nos detuvimos a comer algo, solo que en esta ocasión decidimos quedarnos unas horas y pasar el resto de la tarde conociendo más el pueblo. Esto fue lo que me enamoró:

Las casas coloridas

Desde que entras a Valladolid te puedes percatar de que es una ciudad colorida, la verdad es que donde te encuentres puedes apreciar todas las casas estilo colonial pintadas de diferentes colores, con sus grandes ventanas con rejas negras. En general predominan aquellas en tonos pasteles (mis favoritas) que contrastan excelente con el cielo azul o con el cambio de luz al atardecer.

Los colores de Valladolid. Foto © Silvia Lucero
También encuentras una que otra construcción en tonos rojizos. Foto © Patrick Mreyen

Después de comer en el centro nos fuimos caminando en busca de un cafecito, necesitábamos despertar un poco después de haber comido tanto y además todo se hace más pesado con el calor y la humedad de Yucatán. Y así llegamos hasta la Calzada de los Frailes, una calle donde se encuentran algunas boutiques, cafés, pequeños hoteles y que desemboca en el Templo y Ex Convento de San Bernardino de Siena. En la antigüedad ésta era la calle que comunicaba a la Villa de Valladolid con los indígenas de Sisal.

Calzada de los Frailes. Foto © Patrick Mreyen

Valladolid además es un pueblo súper fotogénico, maravilloso para los amantes de la fotografía porque cada casa, cada árbol, cada iglesia, cada rincón, te ofrece una postal perfecta del lugar.

Disfrutando un cafecito en el Pueblo Mágico de Valladolid. Foto © Patrick Mreyen
Casa Maya en Valladolid. Foto © Silvia Lucero


El Barrio de Sisal

Las dos estrellas de este barrio son el Parque de Sisal, un parque precioso enorme con árboles gigantes, donde se encuentran las famosas letras de Valladolid donde todos los viajeros queremos la foto del recuerdo. Así como el complejo majestuoso donde se encuentra el templo y ex Convento de San Bernardino de Siena.

Parque de Sisal con sus árboles gigantescos. Foto © Silvia Lucero
Letrero de Valladolid. Foto © Patrick Mreyen

El ex Convento de San Bernardino de Siena es uno de los más antiguos de Yucatán, fundado por la Orden Franciscana en 1552. El interior de su templo es muy sencillo, pero aún preserva un hermoso retablo de madera de estilo barroco en el altar.

Ex Convento y templo de San Bernardino de Siena. Foto © Patrick Mreyen
Retablo de madera del templo. Foto © Silvia Lucero

Vale la pena ingresar al patio del convento -sólo hay que dar una donación-, para ver la noria, el cenote Sis-Há (que en realidad no se puede ver bien, solo a través de un pozo, pero tiene una caída muy grande) y el claustro.

Solo de ahí pude ver el cenote. Foto © Silvia Lucero
El claustro era rosa, con sus paredes desgastadas pero aún así impresionante. Foto © Silvia Lucero

Aunque el claustro es pequeño, a mí me impresionó mucho. Me gustó tal vez por su color rosa, se me hizo distinto a los que había visto en otros conventos y por la soledad del lugar, de hecho si vas al atardecer es un poco imponente entrar porque para subir hay que hacerlo por una escalera muy oscura. Entré a ese sitio en busca del cenote y salí asombrada con el claustro.
No nos tocó el espectáculo de luz y sonido que hacen en el convento, pero debe ser impactante con esos muros de piedra.

Claustro del convento. Foto © Silvia Lucero
Claustro del ex Convento de San Bernardino. Foto © Silvia Lucero


El centro histórico

Obviamente no puedo dejar de mencionar el centro neurálgico de Valladolid, aunque la ciudad es tan pequeñita que todo podría tomarse como centro histórico. Aquí se encuentra el Parque Francisco Cantón, que muy pintoresco con su fuente y sus bancas tradicionales. Los domingos hay un bazar de productos típicos de la región, como blusas, huipiles y objetos bordados.

Parque Francisco Cantón. Foto © Silvia Lucero
Parque Francisco Cantón. Foto © Silvia Lucero

El parque está rodeando de lo típico: comercios, el Palacio Municipal y hoteles, como por ejemplo el Hotel Mesón del Marqués donde se come excelente. También frente al parque se alza la Catedral de San Gervasio reconstruida en 1706, ya que la iglesia original (del siglo XVI), fue en parte demolida tras el “Crimen de los Alcaldes”.

Catedral de San Gervasio. Foto © Patrick Mreyen
Patrick en combinación con las líneas y edificios ;-). Foto © Silvia Lucero


La Iglesia de Santa Ana

Cuando pensamos que podíamos continuar nuestro camino felizmente a Playa del Carmen, alcanzamos a ver la iglesia de Santa Ana y aunque ya estaba oscureciendo y estaba cerrada, no pudimos dejar de pararnos a tomar las últimas fotos que la luz del día permitía.

Iglesia de Santa Ana. Foto © Silvia Lucero

Pero no era el hecho de parar simplemente a fotografiar una iglesia más. Esta iglesia fue construida para los indígenas, ya que todo se oficiaba en su lengua maya, a excepción de la misa.

Iglesia de Santa Ana. Foto © Silvia Lucero


Se come delicioso

No hay que olvidar lo que originalmente nos llevó a este pueblo mágico: su comida. Si ya has viajado a Yucatán, habrás notado que se come mucho el puerco y una de las especialidades de Valladolid es la longaniza de cerdo, deliciosamente condimentada. Aunque yo no logro cambiar mi afición por otras especialidades de la comida yucateca como la cochinita pibil, el queso relleno, los panuchos y los sambutes (yum yum).

Panuchos yucatecos. Foto © Patrick Mreyen

Si aún no conoces Valladolid, te recomiendo incluirla en tu próximo viaje a Yucatán o a Quintana Roo (ya que está cerca, sobre todo si te quedas en Tulum). Además hay muchas cosas divertidas que puedes hacer a corta distancia como visitar la zona arqueológica de Ek Balam o ir a refrescarte a sus impresionantes cenotes. Yo he prometido volver y quedarme para conocerla más y disfrutarla tranquilamente, como se merece un lugar así.

Si te gustaría viajar a la Península de Yucatán y que organice tu viaje a la medida, escríbeme a silvia.lucero@tripdreaming.com.