Me encantan las flores, creo que no he conocido persona a la que no le gusten. Son una parte tan importante de nuestras vidas; desde que naces te reciben con ellas, te las regalan cuando logras algo, para que te recuperes de alguna enfermedad, cuando quieren enamorarte y te acompañan hasta la muerte. Y en los viajes a veces me pongo un poco terca para ver las flores típicas de los lugares que visito y ¡cómo no iba a hacerlo si estábamos en la Provenza!
Creo que esa fue una de las razones principales por las que le propuse a Patrick quedarnos 10 días en Aix-en-Provence, porque además de que es una de las regiones más bellas de Francia, íbamos aún en temporada para ver los campos de lavanda que están listos de la última semana de junio hasta principios de agosto.
Como no encontrábamos transporte público para ir a los campos y no queríamos tomar un tour, decidimos hablar con alguien de la oficina de Turismo de Aix-en-Provence para que nos orientara y eso fue clave porque resultó que ya habían cortado la lavanda en la mayoría de los campos y si no nos hubiéramos informado con ellos, probablemente no hubiéramos sabido cuáles tenían aún flores.
Al final decidimos rentar un auto por dos días y fue la mejor decisión porque así tuvimos la libertad de pasar por varios pueblitos preciosos, ver los viñedos (¡con lo que me encanta el vino rosado de la Provenza!) y tomar el tiempo que quisiéramos tomando fotos porque los paisajes son maravillosos.
Encontramos aún campos en Saignon y cerca de Sault (ahí estaban los mejores), no podía creer que por fin estaba viéndolos en persona. Con el cielo azul, los campos de trigo al lado de los de lavanda y las montañas, era una combinación perfecta de colores que te hacían sentir como si estuvieras dentro de una pintura impresionista. Lo mejor era el olor, si con fragancias, velas y aceites te cautiva ese aroma delicioso, imagínate lo que es olerlo en persona.
Para la cantidad de turismo que hay en Francia durante el verano, me pareció muy tranquilo, sobre todo si tomamos en cuenta que es uno de los principales atractivos de la Provenza, que era pleno mes de julio y ya eran menos las opciones de campos que teníamos todos los turistas.
Fue una experiencia preciosa caminar entre esos campos y aunque a principio te impone un poco porque solo escuchas el zumbido de las abejas, como podrás imaginar hay un montón, obviamente ni caso nos hacían con tantas flores. No está de más decir que hay que ser extremadamente cuidadoso con ellas y con las flores.
Me pudo un poco no haber alcanzado a ver los de la Abadía de Sénanque (aunque sí fuimos a verla de lejos), que son los más famosos de la ruta de lavanda, pero tal vez por lo mismo hubiera sido más difícil disfrutarlos y fotografiarlos tan tranquilamente como lo hicimos con los campos que encontramos.
Los girasoles gigantes
Tal vez soy de las únicas personas aburridas que se pone a leer artículos sobre los girasoles, pero es que son de mis flores favoritas y me parece increíble cómo se mueven para seguir al sol y luego durante la noche giran hacia el lado contrario. Me impresiona que cuando maduran se quedan viendo todas al este. Pero más me sorprenden los tamaños que pueden llegar a tener.
Nunca había visto girasoles tan grandes y altos como en Europa, no sé si los de Tabasco sean así, como soy del norte del país -y del desierto-, pues la verdad nunca los había visto así de inmensos más que en Europa. Y esta región de la Provenza tenía unos campos divinos, sobre todo el de la meseta de Valensole (Plateau De Valensole).
A nosotros nos tocó verlo al atardecer, pero si haces la ruta de la lavanda no dejes de incluir el Plateau De Valensole en tu itinerario porque con la luz del sol y cuando están floreciendo los campos, debe verse aún más impresionante de lo que nos tocó.
Los pueblitos más bellos
Cuando decía que la mejor opción es rentar auto, no solo me refería para la ruta de la lavanda, sino para poder visitar algunos pueblitos que están considerados entre los más hermosos del país. Tendrás que ser muy selectivo ¡porque hay tantos lugares tan lindos!
Nosotros pasamos rápido por Roussillon para ver parte de la formación geológica del Sendero de los Ocres (Le Sentier des Ocres), aunque solo tomamos una foto desde el pueblo, pero me hubiera gustado caminar un poco por esa ruta de tierra color ocre, aunque fuera bajo ese calor infernal que nos tocó. Aunque no alcances a hacer el sendero, vale la pena pasar por el pueblo porque está considerado uno de los más bellos de Francia.
Mi pueblo favorito fue Gordes, se me hizo súper pintoresco con sus callejones empedrados, su iglesia, su castillo y sobre todo por su situación geográfica apostado en una colina, lo cual te brinda unas vistas maravillosas del valle. Si tuvieras que quedarte una noche en alguno de los pueblos para disfrutar con más calma la Provenza, recomendaría éste sin duda alguna.
La Provenza me pareció maravillosa, pero sí recomiendo hospedarse en un lugar por varios días o semanas para poder disfrutar y conocer mejor toda la región porque son demasiadas cosas que no querrás perderte. En los siguientes artículos te contaré más del sur de Francia, quizá con eso puedas darte una idea de la ruta que te gustaría seguir.
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