Francia

Saint-Malo, de la novela a la vida real

agosto 22, 2018

Una de las cosas más divertidas de leer, es que tienes que echar a andar la imaginación sobre los personajes que protagonizan la historia y el entorno en que se desarrolla la trama. Mejor aún es cuando puedes viajar a esos lugares y sentir más de cerca esa novela que te cautivó al recorrer las mismas calles en las que los protagonistas vivieron sus experiencias .

Cuando leí La luz que no puedes ver de Anthony Doerr, intenté imaginar cómo era la ciudad amurallada de Saint-Malo al norte de Francia, aunque al leer no podía más que imaginar todo bajo una situación terrible, ya que la novela se desarrolla durante la ocupación Nazi en Francia y como muchas ciudades de Europa, quedó destruida tras la Segunda Guerra Mundial. Pero cabe destacar que muchas de las reconstrucciones en Europa fueron tan bien hechas que da la sensación de que son ciudades con edificios súper antiguos y Saint-Malo no es la excepción.

Antes de entrar a la ciudad amurallada en Saint-Malo. Foto © Silvia Lucero

Aun así me daba curiosidad saber cómo sería actualmente la ‘ciudad corsaria’ de la Bretaña francesa. Creo que eso nos sucede a los apasionados por los viajes, que necesitamos saber cómo son en la vida real los lugares que se mencionan en los libros, que vemos en las series de televisión o en las películas.

Así que como parte de mi ruta por Europa de este verano incluía varias ciudades del norte y sur de Francia, no podía dejar de ir a Saint-Malo aunque fuera por unas horas, ya que pasaríamos dos noches en Rennes.

Saint-Malo en la Bretaña francesa. Foto © Patrick Mreyen

Nuestro tren de Rennes a Saint-Malo fue de poco más de una hora, en tren normal, si lo haces en el que requiere reservación son 52 minutos de camino. En realidad solo ganas unos 10-15 minutos de tiempo, pero todos son trayectos directos, no necesitas cambiar de tren. Llegamos a una estación muy moderna que está a unos 20 minutos caminando de la ciudad amurallada y decidimos ir a pie para ver un poco más de esa ciudad portuaria. Cuando viajas entre más caminas, más conoces.

Desde que llegamos se me hizo una ciudad muy cultural. A salir de la estación tienes que pasar por La Grande Passerelle, un complejo moderno con una arquitectura bellísima, donde se concentran importantes edificios culturales como cines, salas de arte y una impresionante mediateca.

Mediateca de Saint-Malo. Foto © Silvia Lucero

Al llegar a la ciudad amurallada me encontré con algo que superó todo lo que había imaginado; nada como ver los lugares en persona :-). Haciendo un pequeño paréntesis, es ahí donde a menudo recuerdo la escena de la película Good Will Hunting cuando el personaje que encarna Robin Williams (no recuerdo el nombre) le dice a Will (Matt Damon) que podrá haber leído mucho sobre Miguel Ángel, pero nunca sabrá como huele la Capilla Sixtina o lo que es voltear hacia arriba y ver ese techo tan hermoso (por ahí va la conversación, tampoco la recuerdo al pie de la letra). Por eso amo viajar y me emociona cuando es a los lugares de mis libros.

Volviendo a nuestro recorrido, si no duermes en Saint-Malo y tienes pocas horas, entonces te recomiendo que antes de cruzar las murallas entres primero a la oficina de Turismo para que te señalen en un mapa los puntos más relevantes y sobre todo por si quieres seguir la ruta del libro que la oficina de Turismo de Saint-Malo ha preparado para los turistas.

Uno de los jardines con sus terrazas. Foto © Silvia Lucero

Nosotros en un principio vimos el mapa y pensábamos ir solo a los puntos más famosos para poder regresar temprano a Rennes, pero terminamos rindiéndonos a la ciudad, perdiéndonos entre sus callecitas empedradas y paseando por las murallas para obtener las mejores vistas de las playas.

Vista desde las murallas. Foto © Silvia Lucero
Saint-Malo desde sus murallas. Foto © Silvia Lucero

La ciudad amurallada es muy turística sobre todo en verano, así que tómalo con calma sobre todo a la hora de tomar fotos. Es para ir disfrutando los restaurantes, puestos de comida, boutiques y plazas encantadoras.

Es una ciudad muy turística, vas a encontrar muchas plazas y comercios, pero eso no le quita su encanto. Foto © Silvia Lucero
Callecita llena de comercios en Saint-Malo. Foto © Silvia Lucero
Pescadería. Foto © Silvia Lucero

Como siempre me gusta mucho entrar a las iglesias, visitamos la antigua catedral Saint-Vincent-de-Saragosse, construida en el siglo XII y de estilo romano-gótico, aunque en el transcurso de los siglos fue reconstruida. Es uno de los puntos más destacados porque su torre se alza preciosa sobre los edificios con su arquitectura uniforme.

Catedral de Saint-Vincent-de-Saragosse. Foto © Silvia Lucero
Interior de la catedral. Foto © Silvia Lucero

Pero lo que más disfrute fue el paseo que dimos por sus murallas históricas del siglo XII, que se han mantenido en pie a pesar de los bombardeos durante la II Guerra Mundial. Desde ahí puedes ver las torres, los fuertes y las casas con la arquitectura típica de Bretaña.

Vistas desde la muralla. Foto © Patrick Mreyen
Los edificios eran bellísimos. Foto © Silvia Lucero
Torres de la muralla. Foto © Silvia Lucero

También pudimos tomar fotos de las playas tan lindas de la Costa Esmeralda, donde los turistas se bañaban despreocupados y disfrutaban los días de sol. Por cierto, al igual que en Mont-Saint Michel, aquí también se puede ver como afecta el cambio de marea.

Saint-Malo tiene además playas súper bonitas. Foto © Silvia Lucero
Ayuntamiento de Saint-Malo. Foto © Silvia Lucero
Fue una experiencia maravillosa el caminar por sus murallas y callecitas empedradas. Foto © Patrick Mreyen

Sin duda esta ciudad con historias de piratas fue una gran sorpresa en nuestro viaje; me alegra habernos decidido a conocerla aunque fuera de manera rápida. Si estás leyendo este post y pensando viajar por Francia, te recomiendo que la incluyas en tu itinerario y si puedes, pasar ahí unos dos días.

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